Santísimo Cristo de la Buena Dicha

En el calendario no era primer domingo de mayo, para que pasases en procesión por mi calle. Nadie paro tu carroza para "volverte", no venias seguido del pueblo. No traías banda de música ni sonaban las campanas y los cohetes.

 

Unos arreglos y unas mejoras te traían a mi casa y aunque sé que no tienes el valor artístico de una importante talla. Que no pesa sobre ti polvo de los siglos, me temblaron las piernas al abrir las puertas del taller y verte dentro. Sentimiento que solo puede entender un conejero.

 

Se que de tu cruz como el dosel en tu fiesta penden millones de oraciones, las plegarias de los meloneros y las alegrías y las penas de este pueblo. Por eso en mis ojos se mezclaban la mirada de la profesión y la miradas temblorosa de la devoción. Una visita inesperada que me regalo unos días intensos.

 

Como un paciente en la mesa de operaciones te pusiste en las manos del carpintero, el ofebre y en las de este que escribe y al que has visto crecer.

 

Gracias a la hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Dicha por su total confianza.